viernes, 5 de julio de 2013

Lobo ibérico (Canis lupus signatus)

Desde tiempos inmemoriales, un animal mítico deambula por las sierras ibéricas. Exterminado en la mayor parte de Europa, aquí parece como si hubiera forjado un pacto con las montañas.



 
 
Caminando por sendas y veredas podemos descubrir los inconfundibles rastros que marcan su territorio
 
 

 
 
y muestras inequívocas de quién reina en estas sierras
 
 
 
 
Quizás, algún maravilloso amanecer en nuestros montes, el sol con su dorado despuntar quiera indicarnos que hoy va a  ser un día inolvidable
 
 
 
 
 
y la niebla, liberando de su mágico abrazo a las montañas.
 
 
 
 
     Es entonces, cuando un sentimiento de sentirte observado inunda tu cuerpo... y ahí está, desde el horizonte, mirándote fijamente la inconfundible figura del lobo ibérico (Canis lupus signatus), un animal extraordinario y una de las mayores joyas faunísticas de toda Europa.
 
 
 
 
La sensación de poder ver en libertad a un animal tan bello es indescriptible, como si su espíritu salvaje pasara a formar parte de ti. Es sólo un instante, después de la misma forma en que apareció se vuelve a esfumar, igual que un fantasma.
Sin embargo ahora estoy en su feudo, en los dominios de una manada del lobo ibérico, animal social que precisa de la compañía del grupo, miembros de una estirpe perseguida por el hombre, protagonistas de mitos inventados por el ser humano como seres sanguinarios que encarnan el mal. Y nada más lejos de la realidad, su miedo al hombre le hace ser receloso y asustadizo. Estar frente a ellos, a escasos metros, estando a su merced te hace ver su naturaleza de animal inofensivo, de extraordinaria belleza y también su vulnerabilidad.
 
 

 
 
 
 Y jamás, algo que jamás se olvida es el cruce de su mirada con la tuya, estando ahí, de frente a ti, como si sus ojos quisieran transmitirte el deseo de que les dejemos vivir en paz, pues él mejor que nadie representa el espíritu salvaje de nuestras montañas, poniendo equilibrio en este ecosistema que compartimos.
 
 
 
 
A pesar de su importancia como regulador de otras especies, el lobo sigue siendo perseguido y aniquilado, acorralado por el ser humano: la caza legal y furtiva, el veneno, las infraestructuras que invaden sus territorios...y ese miedo infundado a su imagen. El mayor pecado del lobo es haber nacido depredador, igual que nosotros, con la necesidad de comer carne para sobrevivir.
 
 
Y sin embargo, aferrándose a ese instinto de supervivencia, el lobo sigue ahí, con sus quehaceres diarios, fiel a las montañas ibéricas que le vieron nacer.
 
 
 
 
  Llegando la noche, al amparo de las sombras, queda nuestro amigo lobo, con la luna como testigo de sus andanzas, dando un toque salvaje a nuestra iberia natural.
 
 
 
 
 
 
 
 
Conservemos al lobo ibérico. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 










                                                            
                                                          

No hay comentarios:

Publicar un comentario