martes, 9 de febrero de 2016

Pasión por el lobo

 Ya desde la infancia, recuerdo sentir una gran atracción por la naturaleza y los animales. Era habitual salir los fines de semana con mi familia por los montes de Burgos, pasar el día en la ribera del río, ir a buscar setas... Poco a poco el mundo natural me fue enganchando más y más: el agitado croar de las ranas en las tardes de verano, los buitres sobrevolando los cañones del Arlanza, el simpático corzo que siendo yo un niño saltó de su encame a escasos metros de donde estaba jugando.
Y después llegó Félix, con el Hombre y la Tierra, todo lo que nos enseñaba capítulo a capítulo me quedó grabado y seguía enganchándome aún más a la naturaleza. Y sobre todo sus capítulos sobre el lobo ibérico, aquel animal del que todo el mundo nos hacía sentir odio y terror, Félix nos descubrió su otra cara, su verdadera cara, la de un ser maravilloso que solamente intentaba sobrevivir. Era crío y deseaba encontrarme con el lobo en el campo, aunque sentía una mezcla de pasión y de temor: ¿y sí, como falsos cuentos y negras leyendas nos contaban, de verdad devoraba personas?...yo me preguntaba. No llegué a ver el lobo en libertad siendo un niño, pero sí que los veía a través de las imágenes y las palabras de Félix en la televisión.

 Tardé años en ver mi primer lobo salvaje: fue en Somiedo y aunque fueron solamente unos segundos, lo recuerdo como algo mágico y maravilloso.
 Después, mis salidas a disfrutar de la naturaleza y los animales han sido constantes: rutas y paseos por bosques y montañas, la berrea del ciervo, el corretear de los corzos en los prados, los desoves del salmón, nutrias, ginetas, osos pardos, insectos, reptiles y un largo etcétera de seres que pululan por nuestros montes y me hacen disfrutar. Pero de todos ellos, si hay algún animal que despierta en mí una extraordinaria pasión sigue siendo el lobo ibérico. Con el paso de los años han sido numerosos los encuentros y avistamientos que he tenido con tal maravilloso ser. Ahora ya no tengo el ansía de los primeros años para intentar verlo o fotografiarlo, soy feliz rastreando su territorio, descubrir sus huellas, sus marcajes territoriales, encontrar nuevas manadas, y si además, tengo la fortuna de escuchar sus aullidos o verlo campear por nuestros montes, me invade una extraordinaria alegría.



 Desgraciadamente, últimamente no corren buenos tiempos para el lobo. Son continuas las noticias en los medios de comunicación sobre cacerías legales e ilegales a lobos, venenos, lazos, más todo lo que no aparece en las noticias y queda en la clandestinidad, pues estoy seguro que aún es un porcentaje mayor de las bajas en la especie. Luego vienen las manifestaciones públicas de ciertos colectivos como algunos ganaderos y cazadores que piden cazarlos, matarlos y erradicarlos. Es necesario buscar un consenso entre todas las partes, porque si bien es cierto que los ganaderos tienen derecho a defender su medio de vida, no menos cierto es que el lobo y la naturaleza deben formar parte de nuestra vida. Yo pido a los ganaderos que de verdad piensen como un lobo, cada vez más acorralado, con menos presas naturales a su disposición, con prole a la que sacar adelante y el instinto de depredador para el que fue creado: él no puede elegir otra forma de vida. ¿Qué haríamos nosotros en su situación?, si hasta nosotros mismos robamos y matamos por cosas materiales como dinero, un pedazo de terreno o las fronteras de los países. El lobo mata para comer.
 Si a los ganaderos puedo llegar a entender, lo que no alcanzo a comprender es el deseo de ciertos cazadores en matarlo, bien como trofeo o como odio. ¡Si son ellos los que agudizan más el problema eliminando ejemplares de grupos estables o cazando lo que son sus presas naturales!. ¿Realmente podemos considerarnos una especie civilizada?.

 De verdad deseo, pido y exijo a las administraciones que busquen todos los medios posibles para conservar la especie, primero abandonando esas cacerías amparadas en la legalidad que no tienen sentido ni justificación, persiguiendo el furtivismo que diezma impunemente la naturaleza de todos y de todas las generaciones, y apoyando económicamente al sector ganadero.
Porque al final, todo se resume en un tema económico y de decisiones políticas.