La esbelta y elegante figura de esta ave, viene a dar un toque de distinción a los ríos, charcas, humedales y demás masas de agua donde se instala. Aquí los días grises y lluviosos del otoño parecen mimetizarse en su plumaje, perfecto para pasar desapercibida mientras acecha a posibles presas.
buscando entre la vegetación algo que llevarse al pico
Al mínimo indicio de amenaza, levanta el vuelo y emite un potente graznido, dejando muestra de la extraordinaria capacidad para el vuelo a pesar de su tamaño.
Sin embargo no buscará lugares muy alejados donde posarse, siendo las garzas muy fieles a su territorio, y buscará un árbol o zona alta con buena visibilidad donde pueda sentirse segura.
Ya con las últimas luces del día, la garza real se retira a sus reposaderos, generalmente ramas y lugares elevados donde pueda pasar la noche segura y alejada de depredadores.
Al amanecer, con la niebla aún intentando desperezarse del río, la garza inicia su jornada de pesca, apostada en la orilla, dispuesta a conseguir algún confiado y adormilado pez.
en uno de sus habituales posaderos: el muro de una escala salmonera.
En la naturaleza, el concepto que nosotros tenemos de belleza no existe, todo está basado en la funcionalidad: conseguir alimento, buscar pareja o camuflarse. Sin embargo, bien vale la pena pararse en cualquier ribera de nuestros cauces y observar a tan elegante y bello animal.
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