Corren malos tiempos para el lobo en España.
Actualmente la situación del cánido en nuestro país pasa por un momento delicado: reducción del hábitat, furtivismo, veneno, batidas y cacerías legales e ilegales, atropellos, turismo descontrolado...
Son continuas las noticias que aparecen sobre muertes de lobos en los montes ibéricos (y las que no aparecen). La desastrosa gestión que están realizando tanto la administración central como las diversas comunidades autónomas, pone de manifiesto el fracaso en los planes de gestión del lobo que únicamente tienen fines electoralistas y políticos. El principal objetivo de dichos planes debería ser la conservación de la especie y desarrollar proyectos para que hombre y animal puedan convivir, algo demostrado que es posible. Sin embargo no está siendo así...
Es injusto que los ganaderos culpen de sus males al lobo, como es injusto el argumento que abogan los cazadores de que acaba con las especies cinegéticas para poder aniquilarlos. El lobo no deja ser más que una pieza en el entramado ecosistema que la naturaleza ha creado después de millones de años de evolución. Quizás el hombre, en lugar de destruir este valioso equilibrio, podía poner un poco de voluntad en preservarlo, pues desgraciadamente está en nuestras manos destruirlo o conservarlo.
Y que este dato sirva de reflexión a las administraciones: 1 km. de AVE en la línea Madrid-Valencia tiene una inversión media de 13.5 millones de euros; las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla León donde pervive la mayoría de lobo ibérico en España, contó en 2014 con un presupuesto de 1.156.000 euros para daños ocasionados al ganado por la fauna silvestre.
Ojala el futuro de este joven lobo dé un giro y se vuelva más prometedor, para que su espíritu salvaje siga vivo en nuestras montañas.
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